Con más de 34 millones de vídeos publicados, hoy un nuevo filtro de Tik Tok ha creado controversia en la famosa plataforma de vídeos al modificar drásticamente el rostro y presentar un estándar de belleza surreal, advierten los profesionales de la salud mental. 

La tendencia del uso excesivo de filtros, con los que los cibernautas pueden toparse casi de inmediato en aplicaciones como Instagram y Tik Tok, preocupa desde hace un tiempo ante las inminentes repercusiones que podría ocasionar en el bienestar emocional de muchas personas, en especial las mujeres adolescentes.

Lo que se podría percibir como el uso inocente de una herramienta para pasar el rato, intentar lucir diferente o retocar algunos detalles estéticos, puede transformarse en una percepción distorsionada sobre la imagen propia, tipos de dismorfia, depresión y hasta detonar trastornos de la conducta alimentaria. 

Y es que en la actualidad casi un 90 por ciento de las mujeres -en algún momento- ha utilizado un filtro como reparo a la insatisfacción sentida luego de ver su aspecto físico en imágenes, tales como fotografías y/o vídeos, destaca un reporte de la Universidad de Londres.

De acuerdo con la doctora Lilybeth González, psicóloga clínica, abusar del uso de filtros, como este en tendencia en Tik Tok, puede desvirtuar la realidad y crear la urgencia constante de tener que usarlo como mecanismo para sentirse bien consigo mismo. 

De está forma se deteriora la autoestima de quienes los usan, al creer que sin estos filtros no se encaja en un molde de belleza, coincidió la doctora Adriana López Motta.

En ocasiones puede llevar al pensamiento de que me quiero parecer a tal persona o influencer y someterse a cambios estéticos”, sostuvo. 

También puede provocar aislamiento social, debido a que se crea el temor de que otras personas puedan verlo a verla sin estos filtros y mofarse de su apariencia, con síntomas vinculados también a la ansiedad y la depresión, señaló por su parte la doctora Karla Báez Ríos, psicóloga consejera.

El uso constante de filtros puede afectar todos los aspectos de la salud integral (físico, mental y social), por lo que se debe abordar como un todo”, sostuvo.

Pero, si en estos días todos parecen usarlos, ¿cómo se sabe que la utilización se ha convertido en un problema y es necesaria la intervención profesional? La doctora González precisó que hay muchas personas que ni siquiera se dan cuenta que están llevando a cabo estas conductas problemáticas. 

“Es muy posible que no se dé cuenta por él o ella misma que está en este grado de peligro. Por eso, es bien importante las personas que están al lado, el grupo de apoyo, los acompañantes”, explicó.

La doctora indicó que entre las banderas de alerta figuran que la persona no pueda subir ninguna foto sin retoque o con un filtro o no puede dejar de pensar en que subió una foto y lo que están comentando los demás (preocupación constante).

Por su parte, López Motta mencionó que en el caso de niños y adolescentes es importante escuchar las expresiones cotidianas que apuntan a un anhelo por parecerse a otra persona, someterse a procesos estéticos o el que estén constantemente mirándose al espejo para criticar su aspecto físico.

Dijo también que, a raíz de los estándares de belleza -que algunos ven inalcanzables- pueden aparecer pensamientos suicidas, particularmente por considerar que no son suficientemente atractivos o que nadie “los quiere”. 

“Es bueno buscar ayuda profesional, porque a veces nosotros mismos no nos damos cuenta. Pero quizá algún familiar sí o un amigo. Es sumamente importante tener esa ayuda”, recalcó. 

Coincidiendo con esto, González hizo hincapié en que el rol de la familia y amigos puede hacer la diferencia en el proceso.

“En la salud mental, como ha pasado con muchas situaciones, el acceso a la tecnología ha traído grandes aportes y grandes riesgos. Es bueno ver en qué nos ayuda, pero también orientarnos sobre cómo tiene efectos en la salud emocional”, puntualizó. 

Como recomendación final, Báez Ríos exhortó a las personas a evitar las comparaciones con los otros, reconocer el valor de cada uno -más allá de lo físico- y desconectarse de las redes sociales de vez en cuando, para invertir ese tiempo en otras actividades como caminar, leer, escribir, dibujar o llevar a cabo sus pasatiempos.